lundi 16 décembre 2013

El_neptúnico ... ¡en Costa-Rica ! Semana 4

El tiempo pasa tan rápidamente que no puedo escribiros todo lo que quiero. Por eso voy a concentrarme sobre los eventos importantes.

Mi viaje a Panamá nació de la idea de ver el canal. Eso era un sueño desde niño. Ver una de las más importantes obras del mundo: la separación artificial de un continente. El Hombre cortó la tierra para ahorrar horas de viaje. Sí que unas personas podrían decir que es una locura, el Hombre no tiene derecho a destruir. Pero por otro lado adaptamos la tierra y ahorramos gasolina y tiempo… ¿Cual es lo mejor? No lo sé…

Entonces, organicé con la ayuda de otros este viaje con paradas obligatorias: Bocas del Toro, Panamá City y el Canal de Panamá. Como he dicho ya, esto dos últimos están juntos, ¡qué suerte! Con la agencia de viaje, encontramos un medio para hacer más o menos lo que queríamos. Nos faltaba únicamente la vuelta desde Panamá City hasta la frontera. Una chica del grupo buscó y encontró algo, yo reservé y ¡estamos listos!

Para sobrevivir al viaje, lo más importante es relajarse. Tenemos ocho horas de minibús así que empezamos por una fiesta de pueblo. Nuestro “taxi” viene a la medianoche lo que nos da tiempo de disfrutar e irnos directamente. Las mochilas están listas, podemos bailar y tomar cervezas sin pensar en el futuro. La hora llega y el chófer es puntual. Vamos las cuatro primeras horas con él, un cambio en San José (el día antes de la fiesta de la luz L) y otro bus hasta Bocas. Aquí los demás pueden dormir unos minutos cada hora y yo sigo organizando el resto. Tendremos un barco hasta la isla donde dormiremos. Y un tour. Y la noche. Y otro barco. Y un taxi. Y… ¡¡tantas cosas que planear!!

Pero antes de todo hay que cruzar la frontera, recién levantados tenemos que completar documentos con datos personales y preguntas locas y sonreír al agente de aduana. Difícil pero bastante rápido. La guía que tenemos nos  ayuda mucho. Con el visado de salida de Costa-Rica, podemos por fin cruzar el famoso puente de madera que da tanto miedo y llegamos a Panamá donde hacemos otra vez la cola para obtener el visado de entrada.





Volvemos en el bus y, completamente despiertos disfrutamos de un paisaje más verde y de montaña. Al mediodía llegamos a Almirante  que es la ciudad costera en frente de Bocas (que son islas). Aquí tomamos un barco con veinte otras personas y navegamos alrededor de todas las islas muy bonitas. Pocos minutos después de la salida del puerto, mi tocayo recibió la primeras gotas del océano atlántico en la cara antes de bajar la protección. Una vez en la isla principal, encontramos nuestro hotel al frente del puerto y hacemos el check-in… ¡en francés! No es culpa mía, no sabía que el dueño hablaba francés :p Los demás, los seis germano-parlantes y el japonés, no entendieron nada pero me permitió practicar mi español traduciendo las informaciones. El barrio parece seguro con el puerto y el cuartel de la policía a su lado.



Una media hora después, otro guía vino a buscarnos para el pequeño tour que reservamos en el segundo bus. Vamos por la isla, casi hasta el centro, a ver a una virgen en una gruta y “sus” murciélagos. De la virgen no recuerdo su historia pero puedo deciros que hacen una misa una vez al año en una iglesia sin techo, a cielo abierto, con únicamente el altar y bancos. Luego, vamos a una playa  con una vista muy bonita y caminamos una media hora hasta otra, los pies en el mar, para ver las estrellas de mar.





La playa donde llegamos es una de las playas donde hay más estrellas de mar. Habríamos podido ver más por la mañana pero vemos unas muy grandes. Nos relajamos aquí, nos bañamos y tiramos a algunas chicas al mar para… ¿Necesitamos razones?

Al regresar al hotel, nos separamos para continuar la noche. Es decir que somos seis germano-parlantes, tres franco-parlantes y un japonés, podéis entender que es mucho más fácil que nos dividimos en dos grupos. Como el japonés vive con mi tocayo, hacemos un grupo (que me gusta llamarlo de los chicos) y los demás hacen el suyo (¿El de las chicas? ¡Con solo un chico!) En mi grupo, tengo la suerte contar con un cocinero precioso que nos prepara croque-monsieur (bocadillos calientes de pan de molde). Disfrutamos mucho mi tocayo, el japonés (Kousuké [/kokouké/]) y yo, y descansamos. Luego, damos una vuelta en la cuidad muy turística y no compramos nada más que un juego de cartas al ver de los precios…



Por la mañana del día domingo, tenemos que tomar el mismo barco que utilizamos y regresamos a Almirante donde un taxi nos espera para llevarnos a la parada de bus donde llegamos con una hora de anticipación y el bus otra hora de retraso. Subimos y seguimos disfrutando del paisaje muy bonito hasta que lleguemos a Panamá. Allí, ¡volvemos a la civilización! No que sea feo pero es que hay muchos edificios altos, centros comerciales, hoteles,… Para algunos del grupo, hace meses que han visto eso. El bus para en la estación principal de buses y de allí no tengo ni idea de como llegar al hotel pero… ¡buscamos! En una ventanilla, un hombre nos ofrece su ayuda y busca con nosotros taxis. No pensé pero el hotel está bastante lejos y no todos aceptan ir hasta allá. Una hora después, ya estamos en el hotel y podemos descansar durante una noche. Para la cena, hacemos la vuelta del barrio y encontramos un restaurante… cerrado… ¡pero abierto para diez personas! Es exactamente lo que necesitamos. Cenamos todos juntos, con buena comida barata.

Para el lunes, reservé ayer un tour con un de los taxistas. El chófer llega puntual y empezamos por el Parque Nacional Metropolitano. Este parque tiene un bandera muy grande que se ve desde muy lejos en la cuidad. Pienso que es el punto culminante. Durante la construcción del canal, era una de las bases militares de les estadounidenses utilizada para alojar a los trabajadores del canal. De un lado de este “montaña” se ve una gran parte del canal y del otro lado está la cuidad con el barrio de casco viejo.






Después, nuestro guía nos lleva a lo más importante para mí, lo más impresionante, lo más… extraño: ¡El canal! Y lo visitamos al nivel de las esclusas de Miraflores. Como punto turístico, podéis entender que hay una organización especial con una mezcla de seguridad y de libertad. Dentro, el grupo principal se divide como al inicio. Así, podremos disfrutar sin molestar. En primer lugar, vamos al canal propiamente dicho para tomar fotos tradicionales. En segundo lugar, miramos la película en 3D sobre la historia de las obras del inicio por los Franceses a la recuperación por los Panameños y el referéndum de 2006 para acrecer el canal. Hay que decir que esta película (cortometraje) me da más que pensar en una forma de propaganda.  En tercer lugar, visitamos el museo repartido en cinco niveles con salas no tan grandes y profundizamos nuestro conocimiento con más imágenes, textos, muñecos, sala de diversión y datos históricos. En último lugar, asistamos a la llegada de un barco muy grande que estaba cruzando desde el océano atlántico hasta el pacifico. Eso es realmente impresionante: está cruzando un continente…







Cuatro horas después, salimos y recuperamos nuestro chófer para seguir la visita. La parte siguiente es la del casco viejo. Como algunos estaban cansados ya y estaba lloviendo, no nos quedamos mucho tiempo allí aunque es un lugar precioso. Pero el guía tiene otro plan y vamos a tres antiguas islas que ahora no lo son porque los estadounidenses utilizaron una parte de la tierra del canal para juntar las “islas”. Algunos minutos aquí y las chicas quieren ir de compras al centro comercial con pretexto de ver una película… ¡Les extraña el cine! Nosotros también vamos de compras porque mi tocayo tiene que comprarse zapatos y eso necesitará como dos horas. Cenamos el en último piso, ¡el de la mala-comida!




Para el día siguiente y último en la ciudad de Panamá, no hay planes. Conservamos los grupos creados y nosotros volvemos al casco viejo. Es un lugar muy bonito y descubrimos otro lado con la catedral, la plaza principal y el antiguo teatro en obras para rehabilitarlo en hotel. En la plaza, un hombre vino contarnos datos históricos e informarnos sobre muchas cosas muy interesantes. Desgraciadamente a dos del grupo de cuatro que formamos no les interesa tanto y tenemos que cortar la visita.






Después de comer en un restaurante rico pero no caro, tomamos un taxi para visitar Panamá la Vieja. De este barrio no queda realmente nada, únicamente ruinas. Por culpa de piratas, toda la primera ciudad de Panamá fue destruida. Ahora, podemos pasear entre las ruinas dentro de un gran parque. Queda algunas paredes, una torre y añadieron pancartas de información para que sepamos lo que formaban las paredes antes. Al fin del parque, llegamos en frente de un edifico municipal de artesanía. Como tenemos todavía unas horas antes de regresar, lo visitamos y encontramos muchísimas cosas súper interesantes: cuadros, bolsos, imágenes,… ¡es el lugar perfecto para comprar regalos!







Regresamos temprano al hotel con nuestros regalos y descansamos unas horas esperando la cena que nos prometieron las chicas. A las diez de la noche, la cena estas terminada, los cubiertos y platos limpios, las mochilas listas y nosotros también. Esperamos el bus privado que viene a buscarnos para llevarnos a la frontera de Paseo Canoas (la segunda frontera entre Panamá y Costa-Rica). Treinta minutos después, mi tensión nerviosa empieza a llegar a un nivel alto y se nota. Una hora después regreso a la recepción del hotel para pedir ayuda (y no pueden hacer nada) y preguntar si tienen habitaciones libres acaso. Mi tensión está a su máximo cuando llegue el minibús con una hora y media de retraso. Como es culpa del chófer, es normal que no pida disculpas de nada y empieza  a enfadarse porque “está esperándonos en otro hotel desde la siete de la tarde” (sic). Evidentemente, el viaje que sigue es parecido a esta primera impresión ¡es decir que es el peor que hemos tenido! Como lo diré algunos días después en mi correo de quejido, el minibús es muy muy incómodo y sucio, la conducción del chófer es tan mala que da mucho miedo y fue cargado en mi tarjeta más que lo que me confirmaron. Ocho horas de “tren del espanto” durmiendo como diez minutos cada dos horas… gracias mi almohada humana representada por el hombro de Maxime.

A las siete de la mañana, legamos a la frontera y vemos una cola muy larga. ¡Qué bien, tres horas de espera!, me digo. ¿Tres horas? Ja-ja-ja, son en realidad seis horas que esperamos, y eso, únicamente para salir de Panamá. Lo peor es que para nosotros, Europeos y Asiáticos, es ¡muy muy rápido! Seis horas de pesadilla, haciendo cola de pie, en el ruido, sin haber desayunado… Por fin pasamos este lado y esperamos una hora más del otro para regresar a Costa-Rica. Nuestro chófer está ya aquí desde las cuatro de la mañana, después de ocho horas de viaje y tomamos la ruta a las dos de la tarde (hora a la cual yo quería llegar a Tamarindo). El, sin dormir de nada, conduce muy bien y ya podemos descansar mucho más. Descansar pero también hablar con Maxime jugando a las cartas sin realmente jugar pero hablando de verdad. Son a las diez de la noche que llegamos a Santa Rosa, después de veintitrés horas de viaje. ¿Sed? No. ¿Hambre? No. ¿Dormir? No tanto. ¿Ducha? ¡¡Sí!!



Después de tantas emociones el fin de semana se pasa muy tranquilamente y barato con playa, surf, descanso y no mucho más.

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire