Ya… es el 23 de diciembre… No me lo puedo creer… ¿Navidad? ¡Con treinta
grados!
Es muy extraño imaginarse que ya es Navidad cuando nada parece a Navidad.
Sí que hay decoraciones, sí que hay casas con mucho luz de Navidad, sí que hay
árboles de Navidad pero… ¡hace tanto calor!
Pues, si lo dicen, es que es probablemente verdad. Una de las pruebas que
tenemos es la desertización de la escuela. Como hace mucho calor, que tenemos
la playa y la piscina, que hay muchas cosas que ver y hacer… muchos estudiantes
necesitan vacaciones para descansar de las vacaciones que tienen. No, para
decir la verdad, numerosos de los estudiantes que están aquí muchos meses
vuelven a casa por Navidad o reciben a sus familias. Entonces, como está
previsto desde el inicio, no tienen clase. En consecuencia, pasamos de cuarenta
estudiantes a quince. En clase, es lo mismo: Pasamos de clases de ocho o doce
alumnos a clases de dos o tres. Lo mejor es que así tenemos casi cursos
particulares.
Para festear un poco la Navidad, unos de la escuela organizan una barbacoa en
la playa. En pequeño grupo, disfrutamos de carne quemada con arenal que comemos
sin ver nada… ¡No, no es verdad! La organización es perfecta y disfrutamos
mucho de una tarde muy agradable.
El veinticuatro por la noche, tenemos una cena de Navidad con mi familia. Para imaginarla, tenéis que olvidar todo lo que tenéis costumbre de hacer en Europa. La “fiesta” se ubica en el jardín en cortos y camisetas, la cena es una barbacoa, hay música para bailar y cervezas para beber. El ambiente es muy particular y casi individualista pero no desagradable por lo tanto. Hablamos, disfrutamos y pasamos el tiempo. A la una de la noche, la fiesta se termina y regresamos a casa y nos acostamos rápidamente. Estoy cansado y tengo planes desde las siete de la mañana por el veinticinco.
Seis horas después, Navidad está realmente aquí y vamos a saborearlo lo más posible. Maxime se va por la mañana ver a su familia que llega a San José y nos deja solos, los dos Benoît. Las olas están bien, el tiempo perfecto: ¡¡vamos a la playa!! Rentamos nos tablas y vamos para surfear lo más posible… ¡Que divertido! Imaginarse jugando en el mar el día de Navidad aunque en Francia, vosotros estáis muertos de frio almorzando en familia… Me gusta mucho esta idea :p
Por el almuerzo, tenemos otra barbacoa organizada dentro de la escuela. Así podemos relajarnos de lo esfuerzos de la mañana comiendo “peros calientes caseros” sentado los pies en la piscina. ¿Os da ganas? ¡Jajaja! Por la tarde, volvemos a la playa y seguemos surfeando hasta el atardecer. Tenemos mucho suerte que un amigo tiene una camera de muy buena cualidad así que podemos hacer fotos muy bonitas.
El resto de la semana sigue como la normal pero con clases individuales.
Además, planeamos un viaje hasta San José para visitar dos días la capital.
Será el fin de semana próxima, con Benoît. Esperándolo, vamos el sábado a Santa
Cruz que es una ciudad de tamaño medio bastante cerca. Como el bus no quiere llegar,
intentamos hacer autoestop y funciona más o menos. Terminamos en taxi por el
precio del bus. En Santa Cruz, b uscamos el museo que mi tocayo había visto
pero parece que está mucho más lejos. Hacemos una vuelta en la calle principal
y encontramos una iglesia muy bonita, pequeña en altura y de forma circular. Al
lado, el campanario y el jardín. En frente de la iglesia está el parque
municipal con una cúpula de piedra que sirve de quiosco. Del otro lado del
parque, un edificio llama mi atención y no puedo resistir a pedir autorización
para hacer fotos: La Cruz-Roja de Santa-Cruz. Más que una foto, es una visita
completa que nos ofrece el socorrista muy agradable. Vimos las ambulancias de
primer socorro, las de socorro avanzado, las 4x4 y la que tiene un médico. Recibimos
mucha información muy interesante y aprendo que de hecho, lo que hacen aquí es
bastante similar a lo que hacemos en Francia.
Para el almuerzo, compramos sándwiches que
comemos en el parque y seguimos con una micro-siesta esperando a otros dos de
la escuela que están llegando. Quedamos con ellos una pequeña hora después y
encontramos también una amiga suya que nos hace visitar otro barrio. Terminamos
la tarde en un restaurante donde parece que trabaja con su abuela. Ella habla
un poco de francés y está muy contenta de practicarlo un rato con nosotros.
Para regresar a Tamarindo, nos vamos a la parada principal de buses, vemos uno
salir, y nos dirigimos a la ventanilla para tener informaciones. Por supuesto,
¡el bus que vimos era el nuestro! De repente otros chóferes de buses nos ayudan
y tomamos un taxi a alta velocidad para adelantar al bus. ¡Misión cumplida! Qué
suerte tenemos…
Al llegar a casa, planeamos el último día
de la semana y último domingo del año pero, eso, ¡lo contaré la próxima vez!
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